LOS ENCUENTROS SECRETOS DE TOLEDO
José
Antonio Mateos
La búsqueda del Grial y las aventuras de los caballeros de la Tabla Redonda ha intrigado y fascinado a la cultura occidental desde la Edad Media. El Santo Grial ha constituido en sí un enigma, del que se han propuesto las más variadas interpretaciones, aunque ninguna de ellas ha logrado revelar todo el significado esotérico e iniciático que encierra este magisterio espiritual. Es como una esmeralda de múltiples facetas, y esta multiplicidad responde a los innumerables corazones que buscan la Verdad.
Pero no es la historia lo que más nos importa, sino comprender las diferentes corrientes de pensamiento y sus relaciones, definir el marco en cuyo seno se hacen y deshacen las apariencias de este mundo. El mito del Grial no fue algo exclusivo de la Gnosis cristiana medieval, sino también de la espiritualidad ishraqî en el mundo del Islam.
La
primera obra conocida es la de Chrétien de Troyes, "El Cuento del
Grial", escrita para Philippe d´Alsace, conde de Flandes, entre 1181 y
1190. La segunda es "El Roman de la Historia del Grial", escrito por
Robert de Boron para el conde Gautier de Montbéliard. El tercero es
"Parzival" de Wolfram von Eschenbach, compuesto en el último decenio
del Siglo XII . De estas tres grandes ramas se injertaron innumerables
versiones, hasta el punto que en cincuenta años, Europa había obtenido algo que
ni la Iglesia ni los Reyes pudieron conseguir, crear en el corazón de todos los
hombres de la cristiandad, el sentimiento profundo de pertenecer a una misma
tradición.
La
primera obra conocida es la de Chrétien de Troyes, "El Cuento del
Grial", escrita para Philippe d´Alsace, conde de Flandes, entre 1181 y
1190. La segunda es "El Roman de la Historia del Grial", escrito por
Robert de Boron para el conde Gautier de Montbéliard. El tercero es
"Parzival" de Wolfram von Eschenbach, compuesto en el último decenio
del Siglo XII . De estas tres grandes ramas se injertaron innumerables
versiones, hasta el punto que en cincuenta años, Europa había obtenido algo que
ni la Iglesia ni los Reyes pudieron conseguir, crear en el corazón de todos los
hombres de la cristiandad, el sentimiento profundo de pertenecer a una misma
tradición.
Pero,
debemos situarnos en el entorno intelectual, político y espiritual del mundo
occidental e islámico en los años previos a la redacción del "Cuento del
Grial", si queremos entrever su origen o difusión. En Occidente se observa
el declive almohade y la transformación de la civilización hispanoárabe. En
Oriente Medio, es el fin del poder fatimí y selchuquí, ante la pujanza ayubí y
el declive de la presencia cruzada. Es el inicio de la integración de la
caballería y el sufismo (futuwwa), como institución. También el año 1153, es un
año crítico para Occidente, que vio la desaparición de Bernard de Clairvaux y
el "affaire" de Ascalon.
Al morir el padre de la Cruzada, San Bernardo, la fuerza del movimiento y su cohesión se rompen. La unidad de los Latinos vuela en pedazos desde el "affaire" de Damasco, los partidarios del Emperador Conrado III estallan en amargos reproches, envolviendo en su rencor a las Ordenes del Temple y Hospital, al Rey de Jerusalem y a los Poulains.
Al morir el padre de la Cruzada, San Bernardo, la fuerza del movimiento y su cohesión se rompen. La unidad de los Latinos vuela en pedazos desde el "affaire" de Damasco, los partidarios del Emperador Conrado III estallan en amargos reproches, envolviendo en su rencor a las Ordenes del Temple y Hospital, al Rey de Jerusalem y a los Poulains.
En
la toma de Ascalon, el 22 de Agosto de 1153 los templarios pierden cuarenta de
sus caballeros, incluido el Gran Maestre Bernard de Trémelay . En 1173, el caso
de los Asesinos (Haschischin) reaviva las sospechas contra el Temple. En
efecto, algunos templarios, con una acción de armas que se consideró
intempestiva, habría impedido la conversión de su líder el "Viejo de la
Montaña" (Sheikh-al-Djebal) y de sus caballeros. Tal conversión era sin
duda una farsa del Rey Amury I, y la actitud de los templarios fue más que
esclarecedora. La relaciones del Temple con sus homólogos del Islam eran ante
todo de carácter iniciático, como dice Armando Bédarride: "En los países
de Oriente, los templarios armaban caballeros a católicos griegos, hostiles al
papado, e incluso, cosa más extraordinaria aún, a musulmanes pertenecientes a
ciertas ordenes esotéricas provistas de una iniciación análoga a la
suya…". Esto nos permite ver como los principios tradicionales e
iniciáticos prevalecían sobre la ortodoxia católica o islámica, que parecen
adoptar un papel más simbólico que real. Suponemos que esto respondería al
hecho de que determinadas filiaciones tradicionales iniciáticas se conectan a
un centro supremo, como ramas de un mismo tronco.
Frente
a ellos, el mundo musulmán, dirigido por Saladino, tan buen estratega como
político no cesa de crecer en poder e influencia. En estas fechas criticas de
la historia de la Cristiandad , envueltas en intrigas y luchas de poder, donde
el sentido de las Cruzadas ha perdido su valor e importancia, se va ha recurrir
a un elemento exterior para reconducir la atención de occidente hacia el punto
de partida de toda tradición espiritual: el "centro escondido", la
"Tierra Santa", el Centro Supremo.
En
1177 se produce un acontecimiento inesperado y extraordinario, uno de esos
hechos inauditos: los más grandes soberanos cristianos reciben una misiva muy
curiosa, una Carta dirigida "al emperador de Roma y al Rey de
Francia" y firmada por el Preste Juan, "por la gracia de Dios, Rey
todopoderoso sobre todos los Reyes cristianos".
¿Quién
es este Preste Juan?. Los primeros que lo mencionan son un cierto Otto von Freisingen
y Albéric de Trois-Fontaines, quien tenía la información, de forma directa o
indirecta, del Obispo de Galaba en Siria del Norte. Según estas fuentes, el
Preste Juan sería un descendiente de los Reyes Magos, reinaría en Oriente,
llevaría un cetro de esmeralda, y se declararía dispuesto a intervenir contra
los infieles para ayudar a Jerusalem. Ante los ojos de Occidente se ignora
quien puede ser exactamente, este soberano cristiano de un reino desconocido,
que habría perdurado en medio de los pueblos infieles. Pero se estima como un
recurso contra los Sarracenos y un posible aliado en la Cruzada.
En
el entorno de la Iglesia se preguntan que clase de cristiano es este, fuera de
los dominios romanos. Pero algunos soberanos anhelan este reino ideal, donde la
soberanía reúne las funciones de sacerdocio e imperio, como aquellos
sacerdotes-reyes, cuyo linaje se remonta al Génesis y materializa en la figura
de Melquisedec.
La
carta que escribe el Preste Juan en 1177 si se cree en la tradición, fue Manuel
I Comneno el depositario de la carta, el mismo que recibe al conde de Flandes a
su vuelta de Tierra Santa. El papel de Francia y de los franceses son
representados por el Preste Juan como los guardianes privilegiados de su reino
y su persona, un poco como Eschenbach hára con los templarios, los guardianes
de Montsalvage. Podemos decir que el palacio del Preste Juan es el mismo que el
Castillo del Grial.
"(…)
Si queréis de nosotros cualquier cosa que esté en nuestro poder, pedídnosla,
pues la haremos de muy buen grado. Y os rogamos que recordéis el Santo Pasaje,
la Santa Travesía y que sea próximamente. Tened mucho coraje, gran valor en
vosotros y no olvidéis dar muerte a esos falsos Templarios y paganos. Os
rogamos que nos enviéis respuesta por el portador de ésta presente, y rogamos
al rey de Francia que nos salve a todos esos Caballeros de más allá del mar, y
que nos envíe a un Caballero valiente que sea de buena generación de Francia,
mientras rogamos a Nuestro Señor que os de perseverancia en la gracia del Espíritu
Santo. Amen".
Las
alusiones que contiene el final de la carta hace pensar en la posibilidad de
que la mano del Temple estuviese en su redacción. La carta alude a las
traiciones como la de Lión de Casalier, que en 1168 vendió a los Sarracenos a
los Templarios de Safed. Y a las diferentes traiciones de los Hospitalarios.
El
mito del Grial se presenta impregnado de elementos sufíes y más particularmente
iraníes, y no puede ser una mera coincidencia. La figura de Sohravardi es muy
valiosa a la hora de comprender el posible cadena de transmisión del mito. Su
escuela o "tariqat" incluía la sabiduría de Zoroastro, de Pitágoras,
y de los neoplatónicos, manteniéndose en el seno del Islam, aunque sin sus
dogmas. Resultaría extraño que durante su periplo por Anatolia oriental, Alepo,
o Siria del Norte, con dominación franca no hubiese conectado con el Temple.
Así como con otras Ordenes sufis como la Chishti, Qadiri o Naqshnandi que
durante esa época funcionaban en Oriente Medio y se ramificaban desde la India hasta
España. Los derviches errantes de la Orden Chishti eran conocidos como Chist o
Chisht. Entraban en una ciudad tocando una animada melodía con flauta y tambor
para convocar a la gente, antes de recitar una historia o leyenda de
significado iniciático. Sus huellas las encontramos en el País Vasco en el
conocido "chistu" , con indumentaria e instrumentos muy parecidos.
En
1177 , Sohravardi tenía 22 años y se había convertido en el Shaykh al Ishraq,
el jefe y maestro de la senda mística de la Luz (ishraq). En la jerarquía
esotérica chiíta, una de sus doctrinas era el del Imán oculto, aquel cuyo reino
permanece oculto hasta su manifestación al final de los tiempos. Escribe
Sohravardi: "Es él, a quien se llama polo (qotb) y es él quien tiene la
autoridad, aunque es completamente desconocido por los hombres". El Rey
del Grial se llama Arturo, en torno a él gravitan los Caballeros de la Tabla
Redonda, así como los Imanes del Islam al qotb. La Carta del Preste Juan se
inscribe perfectamente en este contexto.
Las
relaciones fraternales e iniciáticas mantenidas entre templarios y diferentes
cofradías sufis o drusas también se ven reflejadas en el Artículo IX de los
"Estatutos Secretos de Roncelinus", dice: "Recibiréis
fraternalmente a los hermanos de estas cofradías y también los Consolados de
España y de Chipre recibirán fraternalmente a los Sarracenos, a los Drusos y
aquellos que habitan en el Líbano…" (1).
Pero
la síntesis de estos encuentros y transmisión de la leyenda del Grial nos la
relata Wolfram von Eschenbach en su obra "Parzival" a través del
Maestro Kyot de Toledo. Sabemos de la importancia de esta ciudad como enclave y
lugar de encuentro de diferentes tradiciones como la cabalista, sufi y la
mística cristiana. Veamos lo que el mismo refiere:
"Kyot,
el Maestro bien conocido, encontró en Toledo, entre unos manuscritos
abandonados, la materia de esta aventura, consignada en escritura arábiga.(…). Fue
muy ventajoso para él haber recibido el bautismo (iniciático), pues de lo
contrario esta historia habría quedado ignorada, ya que no existe pagano tan
sabio como para revelarnos la naturaleza del Grial y sus virtudes
secretas". El libro había sido escrito según nos cuenta por: "Un
pagano (árabe), Flegetanis (…).Él fue quien escribió la aventura del Grial.
Kyot, el maestro sabio, buscó entonces en los libros latinos dónde habría
podido vivir un pueblo lo bastante puro y lo bastante inclinado a una vida de
renuncia como para poder ser el custodio del Grial".
En
esta obra se confirma la fuente islámica de la leyenda del Grial, así como su
conexión con la tradición del Centro Supremo, a la cual la Orden del Temple
estaba ligada. Su presencia en la tierra estaría bajo la custodia de cristianos
"tan puros como los ángeles". En todo caso, en una época en la cual
la verdad tenía aun valor, y esta verdad no era otra que la divina, sus
transmisores fueron extremadamente discretos en revelar su origen y la función
particular de este Medio iniciático.
El
maestro sufí Rumi nos relata así su búsqueda del Santo Grial:
"La cruz de los cristianos, palmo a palmo examiné.
El no estaba en la cruz. Fui al templo Hindú a la antigua pagoda. En ninguno de ellos había huella alguna. Fui a las tierras altas del Herat, y a Kandahar. Miré. No estaba en las cimas ni en los valles. Resueltamente escalé la montaña de Kaf. Ahí sólo estaba la morada del (Legendario) pájaro Anqa. Fui a la Caaba de La Meca. El no estaba allí. Pregunté por El a Avicena, el filósofo. El estaba más allá del alcance de Avicena…
"La cruz de los cristianos, palmo a palmo examiné.
El no estaba en la cruz. Fui al templo Hindú a la antigua pagoda. En ninguno de ellos había huella alguna. Fui a las tierras altas del Herat, y a Kandahar. Miré. No estaba en las cimas ni en los valles. Resueltamente escalé la montaña de Kaf. Ahí sólo estaba la morada del (Legendario) pájaro Anqa. Fui a la Caaba de La Meca. El no estaba allí. Pregunté por El a Avicena, el filósofo. El estaba más allá del alcance de Avicena…
Miré
dentro de mi propio corazón. En ése, su lugar, lo vi. No estaba en ningún otro lado".
La
transmisión de este mito de múltiples facetas y su simbolismo nos fue legado a
través de ciertas obras y de diversas fuentes lógicas y vinculaciones
tradicionales. Sin embargo el Grial como Gran Obra de Realización fue
transmitido y continúa comunicándose a través de otras formas del
"ser", y que no están dentro del orden profano. Cuando se encuentra,
se comprende el Secreto de esta sagrada búsqueda. Y la pregunta ¿A quién sirve
el Grial?, es entonces respondida.
(1) Boletín Temple,
Monográfico nº 1, La Regla Secreta del Temple.